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Que la inclinación natural que tenemos a amar a Dios no es inútil

Mas, si no podemos naturalmente amar a Dios sobre todas las cosas, ¿por qué tenemos esta natural inclinación a ello? ¿No es una cosa vana el que la naturaleza nos incline a un amor que no nos puede dar? ¿Por qué nos da la sed de un agua tan preciosa, si no puede darnos a beber de ella? ¡Ah, Teótimo, qué bueno ha sido Dios para con nosotros!

Nuestra perfidia en ofenderle merecía, ciertamente, que nos privase de todas las señales de su benevolencia y del favor de que había usado con nuestra naturaleza, al imprimir en ella la luz de su divino rostro y al comunicar a nuestros corazones el gozo de sentirse inclinados al amor de la divina bondad, para que los ángeles, al ver a este miserable hombre, tuviesen ocasión de decir: ¿Es ésta la criatura de perfecta belleza, el honor de toda la tierra?.

Pero esta infinita mansedumbre nunca supo ser tan rigurosa con la obra de sus manos; vio que estábamos rodeados de carne, la cual es un viento que se disipa, un soplo que sale y no vuelve. Por esta causa, según las entrañas de su misericordia, no quiso arruinarnos del todo ni quitarnos la señal de su gracia perdida, para que mirándole y sintiendo en nosotros esta inclinación a amarle, nos esforzásemos en hacerlo, y para que nadie pudiese decir con razón: ¿Quién nos mostrará el bien?. Porque, aunque por la sola inclinación natural no podamos llegar a la dicha de amar a Dios cual conviene, con todo, si la aprovechamos fielmente, la dulzura de la divina bondad nos dará algún socorro, merced al cual podremos pasar más adelante, y, si secundamos este primer auxilio, la bondad paternal de Dios nos favorecerá con otro mayor y nos conducirá de bien en mejor, con toda suavidad, hasta el soberano amor, al que nuestra inclinación natural nos impele, porque es cosa cierta que al que es fiel en lo poco y hace lo que está en su mano, la divina bondad jamás le niega su asistencia para que avance más y más.

Luego, la inclinación a amar a Dios sobre todas las cosas, que naturalmente poseemos, no en balde permanece en nuestros corazones, porque, en cuanto a Dios, se sirve de ella como de una asa, para mejor cogernos y atraernos; por este medio, la divina bondad tiene, en alguna manera, prendidos nuestros corazones como pajarillos, con una cuerda para tirar de ella, cuando le plazca a su misericordia apiadarse de nosotros; y, en cuanto a nosotros, es como un signo y memorial de nuestro primer principio y Creador, a cuyo amor nos incita, adviniéndonos secretamente que pertenecemos a su divina bondad. Es lo que ocurre a los ciervos, a los cuales los grandes personajes mandan poner collares con sus escudos de armas, y después los sueltan y dejan libres por los bosques.

Quienquiera que los encuentre no deja de reconocer, no sólo que fueron cazados una vez por el príncipe, cuyas armas llevan, sino que se los reservó para sí. De esta manera, según cuentan algunos historiadores, se pudo conocer la extrema vejez de un ciervo, que, trescientos años después de la muerte de César, fue encontrado con un collar con la divisa de éste y esta inscripción: César me ha soltado.

Ciertamente, la noble tendencia que Dios ha infundido en nuestras almas, da a conocer a nuestros amigos y a nuestros enemigos, no sólo que hemos sido de nuestro Creador, sino, además, que, si bien nos ha soltado y dejado a merced de nuestro libre albedrío, sin embargo le pertenecemos y se ha reservado el derecho de atraernos de nuevo para sí, para salvarnos, según la disposición de su santa y suave providencia. Por esta causa, el gran Profeta real no solo …… a esta inclinación luz, porque nos hace ver hacia donde debemos tender, sino también gozo y alegría, porque nos consuela en nuestros extravíos, infundiéndonos la esperanza de que “lucí que ha impreso y ha dejado en nosotros esta hermosa marca de nuestro origen, pretende todavía y desea volvernos y reducirnos a sí, si somos tan dichosos que nos dejamos recuperar por su divina bondad.

San Francisco de Sales,

Tratado del Amor de Dios  (Libro Primero, cap XVIII)

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Comentarios 3

  1. Maria Victoria Cano Roblero dice:

    Reflexon mas maravilloso.
    Sabemos que somo de Dios nos ha creado y sabe hasta el ultimo cabello de nuestra cabeza. Y solo el soplo del Espiritu Santo que esta y mora en nosotros podemos ir ordenando nuestros conocimientos internos para serle fiel en medio del desorden del mundo.
    Muchas gracias hermano.
    Dios este con ustedes.

  2. ESTE DOCUMENTO, PARA MI, ES MAS QUE EXCELENTE. Mucho me costó entenderlo. Lo cual espero haberlo logrado con la ayuda de:
    1. Qué es el amor de Dios – Significados
    Textualmente copio el contenido del enlace anterior en donde se lee:
    “Qué es el amor de Dios
    Amor a Dios se refiere a conectar la mente, el corazón y el alma para hacer todo aquello que haga feliz a Dios, de allí que sea el primer y más importante mandamiento para los cristianos.
    Amar a Dios es una actitud que implica voluntad, reflexión y compromiso, es decir, proyectar el amor que él nos da a través de nuestro espíritu y acciones diarias.
    Cabe destacar que Dios es amor, y que su amor lo demostró a través de Jesucristo. Por tanto, amar a Dios es aceptar que él está en nuestro espíritu”
    2. Además, creo yo que debemos no solo amar sino adorar a Dios. La Adoración es reconocer a Dios creador COMO FUENTE DE MI EXISTENCIA. NO SOLO EN EL PASADO, en el inicio de mi existencia en el momento de mi concepción. Dios es FUENTE DE MI EXISTENCIA AHORA MISMO.
    La creación NO ES un acto del pasado. Es un acto presente. DIOS ME CREA AHORA MISMO. Catecismo de la Iglesia Católica, Primera parte, Segunda …
    Finalmente escribí esta nota porque si estoy errado o no. Solo a través de esta nota poder saberlo porque en realidad, mi propósito es aplicar, en mi vida, todo lo que Dios me permita aplicar de la vida y obra de San Francisco de Sales y solo a través de notas como estas, que llegan a quienes si saben lo que yo como laico desconozco; podre aprender. Mil y mil gracias a quien pueda confirmarme que de cierto o no es este escrito.

    • Equipo Voz Católica dice:

      Hola Oscar

      Es correcto lo que escribe: amar al Señor es un acto de la voluntad, y somos creaturas que recibimos continuamente el ser del Señor. La lectura de “Intrducción a la Vida devota” y “Tratado del amor de Dios” junto a la práctica de los Ejercicios espirituales ignacianos serán de mucho fruto sin duda.

      Equipo Voz católica y Ejercicios

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