Día 02 – Recogimiento

 

Recogimiento

El Recogimiento es hijo del Silencio y de la Modestia. Es indispensable en la vida espiritual.

El Recogimiento es una virtud interior del alma, y el recogimiento exterior brota o nace del interno que existe en el fondo del espíritu. Una persona que muestra un exterior compuesto y recogido, si no nace esta compostura y recogimiento del que existe en el fondo del alma, es recogimiento falso y tal vez brotado de la Soberbia. El Recogimiento interno es inseparable de la Presencia de Dios: no puede andar la una sin el otro, porque en el alma disipada no descansa jamás el Espíritu Santo.

El Recogimiento interno es el centinela o guarda del Silencio interno: como si el Silencio fuera la celda o el aposento, y el Recogimiento la puerta de ellos.

Es también la llave de la Oración, porque sin esta llave preciosa del Recogimiento, no se puede entrar en ella, a no ser que Dios, de una manera extraordinaria, meta al alma sin que ésta entre por la puerta común.

Y no tan solo el Recogimiento lleva a la Oración, sino que conserva al alma en ella…

¡Qué rica es esta virtud interior, que el mundo no conoce sino de nombre!

Si las almas comprendieran su inmenso valor, ¡cuántas trabajarían por adquirirla! por que el Recogimiento es una virtud que se adquiere con el Trabajo y la Constancia, ayudados por supuesto con la divina gracia; es preciso saber también que para conseguir todo lo sobrenatural no bastan las fuerzas humanas; se necesitan también las divinas.

El alma recogida tiene que ser alma de Oración, y el alma de Oración escala el cielo, y abre los Tesoros de las Misericordias divinas.
El Recogimiento fue la atmósfera en donde vivió María. ¡Qué bella es, a los ojos de Dios, un alma verdaderamente poseída de este santo Recogimiento! Ella atrae sobre sí las miradas del Espíritu Santo!

¡Es preciso amar mucho a esta virtud bendita!

En ella o dentro de ella habita también la santa libertad del alma. No perdamos nunca, aun en medio del mundo, este santo Recogimiento que nos llevará de la mano a la divina Presencia.

Es un recurso divino para el alma enamorada este santo Recogimiento interno: ella vive en él y dentro de él, sin salir jamás de su seno.

Muy bien puede comunicarse esta alma feliz con las criaturas, sin perderme de vista, sin dejar de mirar al Amado de su alma. En esta virtud bendita se encuentra “la mirada a sólo Jesús!”

Y no crean que el Recogimiento, o esa virtud es tan sólo para las Comunidades; esto es un error. Es cierto que en las comunidades debe tener principalmente su reinado y su asiento, pero el Recogimiento es de toda alma que ama a Dios: porque el que ama, piensa en el Amado, y si en la soledad material o exterior es donde se piensa mejor y con más libertad, también existe una soledad espiritual, en la que, con creces y seguridad, se goza de esta felicidad incomparable.

No quiere decir que la soledad material sea mala o menos necesaria y perfecta en cierto grado; lo que quiero indicar es que, en estas virtudes, existe mucha exterioridad que a veces hasta las nulifica. Yo voy al fondo de la perfección de las virtudes que es lo que me satisface y lo que alcanza merecimientos.

La Soledad y el Recogimiento exteriores solamente son medios o escalones para llegar al fin de la virtud interna, que es la que santifica. A este fin va dirigido el conocimiento de estas virtudes prácticas en la verdadera solidez de que están formadas. En la Soledad externa solamente, o en el Recogimiento exterior solamente, nunca el Señor se comunica.

Busca para derramar sus gracias el Espíritu Santo, la Soledad, el Recogimiento y el Silencio interno: en esa quietud tranquila es donde el Espíritu Santo se deja sentir… y escuchar… y tocar… Solo se escucha, solo se deja tocar en el silencioso Recogimiento santo. Y este es el privilegio del alma pudorosa.

Nunca un alma que ha tenido malicia goza de esta gracia del vergonzoso pudor en los favores divinos.

En el Silencio y en el Recogimiento del alma es en donde se encienden y crecen los divinos amores. Ya verás si es necesario este Recogimiento para la vida espiritual y como más aun para la extraordinaria.

Hay que guardar el alma dentro de este santuario interno de las comunicaciones divinas. Tocar la tierra como si no se tocara, tratar a las criaturas, pero con el corazón muy dentro de nuestro Dios y Señor, sin derramarlo en las exterioridades y sin salir de este santo Recogimiento.

Los enemigos del santo Recogimiento son el Mundo, la Disipación, la Veleidad, la Precipitación y la Infidelidad a la gracia. Este último es el veneno que mata el Recogimiento, por lo que Dios es muy delicado en este punto, y más cuando ha encumbrado al alma a estas alturas: entonces exige de ella una Fidelidad a toda prueba.

El Señor a la Beata Concepción Cabrera

 

¡Ave María y adelante!

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