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Día 15 – Inocencia

 

Inocencia

La Inocencia es hija de la Pureza y hermana del Candor. La Limpieza y la Claridad constituyen su ser: se manifiesta en la Sencillez, en la Llaneza, en la Simplicidad y en la Franqueza. La Dulzura y la Bondad son su atmósfera: su apoyo la Humildad profundísima; su desarrollo y total crecimiento se halla en el sacrificio y en el dolor, la Modestia es su fisonomía, la Paz su asiento, La Obediencia su descanso.

Todas las virtudes se acompañan a hacer la corte a la Inocencia.

Es esta una virtud que arrastra al alma hacia su Dios, y a Dios hacia el alma purísima que la posee. La Inocencia no es sólo de los niños: los niños llevan la Inocencia impresa en su ser: más no hablo Yo de esa Inocencia, aunque en parte, es la misma. Hay niños sin inocencia, y hay almas aunque pocas, que en la edad madura la conservan.

La Inocencia consiste en la limpieza total del alma. El alma pura es inocente: el alma purificada recobra la Inocencia, pero no es inocente: fue inocente; pues el que la recobra señal es que la perdió. Mas esta Inocencia no es como la moneda que se pierde y se vuelve a recobrar exactamente la misma que se perdió; porque la Inocencia que se pierde no se recobra ya como estaba antes de perderse, sino siempre es menos; se recobra mermada.

La Inocencia que no se pierde se conserva intacta, es pura y limpia, santa y perfecta. Esta Inocencia perfecta es el escalón que generalmente lleva al alma a la unión divina, a un indisoluble apretamiento con la misma Inocencia, con el Foco eterno de Inmaculada Pureza. ¡Cuán hermosa es la Inocencia y como se recrea en ella la Trinidad Beatísima! Ella es el Nido escogido del Espíritu Santo: los ángeles la acompañan: los Santos la admiran: los hombres, en general, no la comprenden, y Yo la amo!

¡Sus enemigos son tantos! Satanás tanto la odia cuanto la puede odiar su negro corazón, porque la Inocencia en todo su esplendor es María, la cual jamás, en lo más mínimo la empaño; y Satanás a nadie odia tanto como a María cuya planta bendita continuamente lo aplasta.

La Inocencia es la tierra más a propósito para formar el jardín de las virtudes. En la Inocencia crece sin dificultad el árbol santo de la Cruz. La Inocencia y el Sacrificio se unen con tal apretamiento, que nada es capaz de separarlos.
Esto quiero que sea el Oasis: Inocencia y Sacrificio, Amor y Dolor, Pureza y Crucifixión.

En la Inocencia pura, y en la Inocencia purificada quiero descansar; prefiero sin embargo, la Inocencia pura. La Inocencia se conserva entre las espinas, y se aja entre el placer y las comodidades.

La Inocencia unida a la Penitencia y a la Mortificación forman mi verdadero Descanso. Lo que no existe, o casi no existe es precisamente esto: la Inocencia y el Dolor: y ¿en dónde he de buscarlo, en dónde, sino en mi Oasis querido?

El Señor a la Beata Concepción Cabrera

 

¡Ave María y adelante!

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