Pueden ver la primera parte de esta Crónica AQUÍ
Al iniciar la misa les pregunté, ya que estaban los ancianos, si sabían si alguien había venido alguna vez a ése lugar a celebrar la misa, si había venido algún padre, algún misionero antes. Y me dijeron que no, que la primera vez había sido aquella en la que había ido a atender a aquél abuelo. Se llenaron de alegría cuando les dije que, entonces es la primera vez que viene Cristo Eucaristía a este pueblo, y que se celebra el Santo Sacrifico de Cristo, desde la Encarnación hasta hoy, es la primera vez en este lugar. Aplaudieron llenos de alegría, y yo no podía expresar a Dios mi emoción y agradecimiento.
¡Qué gracia tan grande poder ser un instrumento para que Cristo siga llegando a lo confines del mundo! Una gracia que le debo a Dios, recibida por medio de mi familia de sangre, y mi familia religiosa, soy misionero gracias a la querida Congre.
No me pude demorar mucho en esos pensamientos, porque el tiempo corría. Hicimos los bautismos, un niño y una niña, los dos primeros bautismos de ese lugar… en la historia. Pero como el momento culmen de la misa es la Consagración, en ese instante, con la hostia consagrada y el caliz consagrado, elevados sobre el cielo y la tierra, en la aldea de Nave, por primera vez desde la Encarnación del Verbo, le pedí a Dios especialmente por esa gente, pero de manera muy muy especial, por la Congregación, para que Dios nos defienda y proteja, por el bien de tantas almas que nos esperan y que dependen de nosotros.
Luego de la misa, el líder de la capilla, que todavía no está bautizado, es catecúmeno, con gran alegría nos invitó a todos a quedarnos a comer. Repartí caramelos para los chicos, para seguir rompiendo el hielo, y que de a poco pierdan el miedo. Dentro de la misma capilla, dispusimos los asientos de otra manera, y en un grupo nos sentamos los hombres, como es costumbre, el padre, los catequistas, y los “wazee”. Fue muy bueno poder compartir con ellos, pues aproveché a preguntarles un poco todo lo que les he contado a ustedes. Ellos se me presentaban con mucho orgullo, diciendo sus cargos, y contando que ese poblado ellos lo conocen desde el inicio. Allí estamos muy cerca de una reserva forestal, que se ve desde la capilla, las colinas llenas de bosques, al cruzar el río. Estamos propiamente en donde terminan los poblados.
Les pregunté si habían otras iglesias, ya sean protestantes, evangélicas, u otras religiones, como el Islam. Me dijeron que no, que la única iglesia actualmente es la iglesia católica, ¡somos los primeros en llegar! En ese lugar viven más de cien familias, y las que han comenzado a rezar en la iglesia católica son unas doce. Esto que les acabo de decir, no significa que no hayan protestantes o musulmanes, sino que si los hay, además de ser pocos, ellos van a rezar al poblado cercano de Nonwe. El gran número de las familias son paganos.
Siempre considero una gracia muy grande ser misionero en un lugar como éste. Ahora que me puse a contarles sobre la primera misa celebrada en la historia de un pueblo, esta gracia brilla muy especialmente… La primera visita de un misionero, la visita a un abuelo que pide bautismo… la semilla de mostaza que crece y se comienza a convertir en un árbol… El catequista, el terreno, la iglesia de barro, el techo con deudas… Una comunidad, rezan… y se han acercado los “ancianos” del pueblo… ¡Cómo dispone todas las cosas la Divina Providencia!
Luego del almuerzo, conversamos con dos que querían regularizar su matrimonio… Yo trataba de salir lo antes posible, porque había que regresar hasta la parroquia de Kangeme. Pero me senté a hablar con dos de los ancianos, uno que vivía en poligamia, pero ya hace tres años sólo tiene una mujer, y desea casarse; otro que no tiene ningún obstáculo, y quiere casarse cuanto antes; en tercer lugar se me acercó el líder de la capilla, que es catecúmeno, a decirme que sigue firme con su deseo de bautizarse y casarse. Hablamos rápido con cada uno de ellos, y comencé mi regreso en el atardecer, y mientras viajaba, manejando esos kilómetros polvorientos, le daba gracias a Dios por tan inmensa gracia. Los grandes recorridos en la misión nos ayudan a rezar.
Dios los bendiga a ustedes, y les pido oraciones por los misioneros y misioneras, por los catecúmenos, y por tantos paganos que todavía no han escuchado el mensaje del evangelio. Recen mucho por la perseverancia de los nuevos cristianos, y para que estas nuevas comunidades sigan adelante, creciendo en la fe y en la vida cristiana. Queda mucho trabajo por hacer.
P. Diego Cano, IVE
Comentarios 4
Maravilloso Diego! Tenés el mismo honor que tuvieron los Misioneros Españoles cuando la Corona les encargó la Misión de América. Te felicito y siempre seguís en nuestras oraciones, Gran abrazo!
Gonzalo
Padre el Señor le mantenga la fortaleza y amor para ese gran trabajo que le encomienda de ser palabra viva para esas personas.
Que le cuide a usted y quienes colaboran en la Misión.
Cristo cuenta contigo…
Maravillosa misión ! Que Dios llegue a cada uno de los hombres de esta tierra ..🙏🙏🙏
Emoción de principio a fin es leerlo..
Gracias mil gracias a Dios por ponerlo ahí, mil gracias por su SI generoso.
En oración por ustedes siempre 🙏😇❤️