En el cap. 22 del libro del Génesis, está relatada la prueba a la que sometió Dios a Abraham, cuando le pidió el sacrificio de Isaac.
Dios dijo: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, cortó leña para el holocausto, y fue al lugar que Dios le dijo con su hijo y dos siervos. Al llegar al lugar, dejó a los siervos y continuó camino con Isaac, la leña, el fuego y el cuchillo. Iban caminando juntos…” (cf. Gen 22, 2ss)
Y podemos imaginarnos la escena… pero desde dentro. Abraham va caminando en silencio por el camino… Va pensando… Es un hombre de Dios, que no le ha negado nada. Y por eso podemos muy bien suponer que no va murmurando interiormente, no piensa mal de Dios, no se queja. Si le dio ese hijo en la vejez, de un modo milagroso, con la promesa de multiplicarlo como las estrellas del cielo, no puede dudar de la incomparable bondad de Dios. Pero entender, no entiende. Y es padre, y por eso también sufre. Pero calla y espera “contra toda esperanza”. Y camina con el niño a su lado.
Y de pronto Isaac, rompiendo el silencio, pregunta: “Padre mío. Tenemos el fuego y la leña… ¿y el cordero para el holocausto?” Abraham responde: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío”. Y por segunda vez, puntualiza la SE: “E iban caminando juntos”.
“Y llegaron al lugar que Dios le había dicho, Abraham hizo un altar, acomodó la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña” (cf 22, 9).
Y podemos preguntarnos: qué haría Isaac mientras su padre lo ataba y lo acomodaba sobre el altar y la leña? No podemos imaginarlo gritando y pataleando, tratando de impedir que su padre lo ate… Por un lado, Isaac se sabe amado por su padre con amor de predilección, no puede desconfiar de él… Por otro lado, Dios siempre hace las cosas bien: no va a elegir –para prefigurar el sacrificio de su Hijo– a un niño caprichoso o histérico. Y el relato es lo suficientemente detallista como para que podamos estar seguros de que no hubo forcejeos… Entonces, sin forzar el texto, podemos imaginar que Isaac se dejó acomodar sobre el altar y la leña como un corderito manso, sorprendido –probablemente– pero sin preguntas ni resistencia.
“Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel del Señor gritó desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham… No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”.
San Pablo, al recordar este episodio, dice: “Por la fe Abraham, al ser probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, del cual se le había dicho: ‘En Isaac será llamada tu descendencia’; pensaba él que Dios es poderoso aun para resucitarlo de entre los muertos, de donde realmente lo recuperó en figura” (Heb 11, 17-19).
Y pasaron dos mil años… Una hija de Abraham, virgen, va camino a Belén con su Isaac. Y van los dos juntos, y en silencio los dos. Pero Él no le pregunta dónde está el cordero para el sacrificio.
Y a María “se le cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lc 2, 6-7). Y la Virgen, como Abraham, acomodó a su hijo, fajado y envuelto en pañales, sobre ese altar improvisado de leño y paja. Y también podemos tratar de entrar en su Corazón, y ver lo que Ella veía mientras recostaba a su Corderito sobre las pajas. Veía en esa carne –que le había dado Ella de su propia carne‒, como concentrada y recapitulada, a toda esa descendencia innumerable como las estrellas del cielo, que Dios le daba por hijos ‒a Ella, Virgen y milagrosamente Madre, Madre y milagrosamente Virgen‒. Y con el corazón a la vez estrujado y gozoso, lo ofreció a Dios… esperando contra toda esperanza que un día lo iba a recuperar vivo… pero sólo después de verlo muerto. Porque a Ella Dios no le ahorró ese dolor, como sí lo hizo con Abraham.
Y han pasado otros dos mil años… y la Virgen sigue haciendo el oficio de preparar el cordero para el sacrificio. Y en cada Misa, nos acomoda sobre el altar, sobre ese altar en el que hay fuego siempre encendido, porque ese fuego es la caridad de Cristo –el Espíritu Santo– que no se extinguirá jamás. Y nosotros, sus hijos, tenemos que dejar que Ella nos acomode sobre la leña sin quejarnos, sin protestar, aunque no entendamos muchas veces los sacrificios que Dios nos pide –y que ponen a prueba nuestra fe, como hizo con Abraham‒. Y porque nos sabemos amados con predilección, tenemos que dejarla hacer, porque Ella sabe cómo acomodarnos para que nos vayamos asemejando cada vez más al Cordero inmolado.
Y un día, no muy lejano, Ella nos recuperará vivos, realmente y no en figura, porque sabe –sabemos‒ que “poderoso es Dios incluso para resucitar muertos”.
Hna María del Espíritu Santo
(Monasterio “Santos Patronos de Europa”)
Comentarios 5
Gracias Hmna. María del Espíritu Santo.
Porque Dios es Padre, nos da una hermosa Madre y Porque María es Madre se asemeja al Padre que tanto nos Ama y así Padre y Madre nos dan un Hijo Dios que quiere morar en nosotros para que lo aceptemos y por Amor de Dios nos pacifiquemos.
Espíritu Santo mora en nos para vivir en vos.
Me encantó.. 🥹
Hermosa y clara reflexión sobre el Amor verdadero a DIOS y entregando lo que uno más ama: Su Hijo Unigénito “ tanto de Abraham, como de María Santísima que sufrió y es Corredentora del la humanidad con JESUCRISTO” – Acerquémonos más a ella pues el camino más fácil para llegar a la Patria Eterna es a través de ella, que nos acerca con JESUCRISTO – Amor que nos da DIOS ESPIRITU SANTO . Gracias mil.
Soy creyente, amo a Dios y a su hijo q se sacrifico hasta el extremo dando su vida para salvarnos de la muerte eterna. Amo a Jesús y deseo tenerle siempre en mi corazón. Pero a veces creo q como en el caso de Habráanm q yo no seria asi de obediente. Ese pensamiento me hace sufrir y pienso q no soy una buena creyente.
Esta hermosa reflexión me hace pensar en el amor que Dios nos tiene en sus designios que nos pone a prueba para comprobar el amor que de que somos capaces de que somos capaces por el amor a Dios por él te pido señor que me des la fortaleza que me des la conciencia para amarte como verdaderamente tú te mereces que nunca será porque mi amor es imperfecto ingrato pero ayúdame a luchar por demostrarte mi amor por medio de mi vida de mis actos de mi forma de pensar de mis cosas de mi forma de hacer no te apartes de mi señor que te necesito