COLABORAR

Search
Close this search box.

Más leído esta semana

Ushetu tiene una atracción especial para escribir crónicas. Tal vez es sólo idea mía, pues me recuerda siempre los primeros tiempos en que legué a la misión y deseaba escribir de todo, pues todo me llamaba la atención. Luego de muchos años, hay que hacer el esfuerzo de sorprenderse, y de mirar las cosas con la admiración del recién llegado.

Mañana celebraremos la fiesta patronal de la parroquia, Nuestra Señora de Lourdes. Algunos feligreses han venido desde aldeas lejanas, son miembros del coro en esos lugares, y para la fiesta de la parroquia se juntan y forman un coro de casi noventa personas. Para hacer las prácticas vienen dos días antes y se quedan a dormir en el salón parroquial, y en la antigua casa de la misión. Ahora reina un silencio absoluto, siendo de noche sólo se escuchan los grillos, y una brisa fresca nos hace descansar, pues hoy a la tarde llovió.
Pero de la fiesta de Lourdes les contaré después, o publicaré fotos y videos. Ahora quería contarles de una actividad pastoral que tuvimos en nuestras parroquias entre el 17 de enero y el 3 de febrero. Pero para poder explicarles bien de qué se trata, debo hacer una introducción, porque recibimos en esos días la Cruz que recuerda el jubileo de los 50 años de los “jumuiya”. Entonces, debo explicar qué es un “jumuiya”, obligado, para que puedan entender de qué les hablo.

En la iglesia católica de Tanzania no se puede pensar en una parroquia o capillas sin los “jumuiya”, que vienen a ser como pequeñas comunidades. Para que se entienda bien, son grupos de familias cristianas, que viven cerca, como si dijéramos “en el mismo barrio”. Estas familias forman una “comunidad”, que podría ser una traducción de la palabra “jumuiya”. Estas comunidades compuestas por unas 15 o 20 familias católicas, tienen un patrono, y eligen sus líderes. Se juntan a rezar todos los miércoles, visitando cada semana una casa distinta. La reunión tiene su orden, y de manera especial consiste en rezar el rosario, leer las lecturas del domingo siguiente, hacer las oraciones del cristiano, y después dar avisos y organizar las cosas que fueran necesarias. Al terminar, deben llevar la cruz que se pone en el pequeño altarcito, caminando en procesión hasta la casa donde se van a juntar la próxima semana. Estas comunidades sirven mucho para organizar la parroquia, pues ellos deben avisar cuando hay algún enfermo, algún difunto, y tratan de hacer que todas las familias participen en la vida de la capilla a la que pertenecen.

Bueno, en breves palabras les he explicado, pero debo decirles que no siempre estas comunidades funcionan como se desea, sin cumplir el fin para el que han sido creadas, es decir, promover una vida cristiana seria, que participe en los sacramentos. Sin embargo, podemos decir que, en la gran mayoría, sí se cumple, y los que saben usar bien de este medio, de verdad que aprovechan mucho.

Estas comunidades cumplen 50 años de haber sido creadas, y desde la Conferencia Episcopal de Tanzania recomendaron que se realicen diversas celebraciones en cada diócesis. En la nuestra, de Kahama, se pensó, entre otras cosas, que una cruz visite todas las parroquias durante este año. Y entonces la recibimos en la parroquia de Kangeme el 17 de enero, luego la pasamos a la parroquia de Ushetu, y finalmente la entregamos a la parroquia vecina el 3 de febrero. Tratamos de llevar la cruz por la mayor cantidad de aldeas y comunidades posibles, aunque no se podía llegar a todos los puntos de las parroquias, pues tenemos 43 aldeas en total, con 65 comunidades.

Hicimos todo lo posible, y fueron días muy intensos. Se recibió la cruz, y se comenzaba a llevarla a algunas aldeas, que la recibían con gran alegría. Al llegar se rezaba el rosario, mientras se confesaban todos los que necesitaran, y después de eso se comenzaba la santa misa. Al terminar, el catequista o algunos hermanos, daban unas charlas como para darles formación y mejorar la vida cristiana de estas comunidades. Y así pasábamos al otro día de la misma manera, y varios días realizábamos esto por la mañana y por la tarde… así por 17 días continuos. Estamos en época de lluvias, por lo que también esto se complicaba algunas veces, y debíamos trasladar la cruz caminando debajo de la lluvia, o con los vehículos por caminos llenos de barro y agua. A muchas aldeas no pudimos ir porque hay unos ríos que en esta época crecen mucho y cortan los caminos.

Pero ciertamente que fue una verdadera misión popular, pues tratábamos de que la cruz fuera transportada con solemnidad, con cantos, y con mucha alegría. Esto era muy apostólico, sobre todo cuando pasábamos por distintos barrios y centros poblados. La cruz era grande y por lo tanto llamaba la atención. La atamos en un anda, y la portábamos en procesión. En algunos casos sucedía que hasta los paganos se unían a la procesión hasta que llegábamos a la casa que la recibía. He conocido el caso de algunas personas que hacía mucho que no venían a la iglesia, y con la visita de la cruz a sus casas han vuelto a rezar. Incluso el caso de una señora musulmana, con todos sus hijos, que decidieron comenzar a rezar en la iglesia católica, al ver el fervor de los cristianos.
Ha sido realmente un tiempo de trabajo muy intenso y muy bueno, con muchos frutos.
Podría terminar aquí esta crónica, pero quiero aprovechar la “magia” de Ushetu para seguir escribiendo, y contarles, como lo hacía en los primeros tiempos, de algunas noticias que tal vez no necesitan de una crónica en particular.

Dos visitas: en primer lugar, del P. Bruno Martínez, misionero en Egipto, quien vino para poder tener unos días de descanso, y a la vez nos ha ayudado y acompañado. Le agradecemos inmensamente a los padres de Egipto, pues si bien ellos aprovechan a “cambiar de aire”, y descansar, para nosotros siempre es bueno recibir la visita de nuestros hermanos en el Instituto. Nos alegra y nos renueva. El P. Bruno, además, nos ayudó dando clases de canto sacro a nuestros postulantes, novicios, y hermanos. También con la celebración de misas, pues ya sea en español, y después de algunos días, en swahili, nos dio una buena mano con el trabajo.

La segunda visita es la de la Hna Ana de Jesús, de las Servidoras (SSVM) quien todavía se encuentra por aquí. Ella nos ha venido a ayudar con las escuelas. La verdad que ha sido una gran ayuda. Les ha dado charlas y entrenamiento a los maestros, y también a las hermanas y hermanos. Nuestras escuelas de Ushetu y Kangeme han experimentado un gran cambio en estas pocas semanas. Estamos inmensamente agradecidos por esto, y nos ayuda a experimentar la gran gracia del trabajo en equipo de ambos Institutos en el trabajo misionero y apostólico. En estas misiones, como en todos lados, pero especialmente en la misión, se experimenta la gran gracia de ser una sola Familia Religiosa. Claro que debe mediar también el trabajo den la virtud de cada uno, para que todo se haga con caridad, unidad, y orden. Pero, con la gracia de Dios, aún con todos nuestros defectos y limitaciones, esto se logra, y se logra con grandísimos frutos. Es decir, el bien de este trabajo de la Familia Religiosa se percibe en los frutos: “un árbol bueno da frutos buenos”, como los que se ven en las misiones, como los que vemos nosotros con nuestros propios ojos, en esta misión de Tanzania.

Dios los bendiga, y ¡firmes en la brecha!
P. Diego Cano, IVE

Seguir Leyendo

Comments 1

  1. Avatar Martha Lucia Gonzalez says:

    Que Dios los fortalezca cada día más les de sabiduría y los bendiga por esa misión tan bella que hacen.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.