Paz
La Paz es hija de la Caridad y Fruto dulcísimo del Espíritu Santo. El árbol de la Cruz es el que produce este fruto en las almas. La Paz se alimenta con el Sacrificio. La Paz descansa en el Dolor, y crece y se desarrolla con la continua crucifixión. El alma pura la posee; el alma impura no la conoce. El demonio engaña a muchas almas con una falsa paz que él fábrica; pero esta paz es inestable, es fingida y muy peligrosa. Esta paz diabólica lleva consigo la ceguera infernal y precipita al alma más o menos tarde a la tibieza y a los vicios. Hay virtudes que el demonio trata de imitar y sabe disfrazarlas. Sin embargo, hay piedras de toque en la vida espiritual para conocerlas y desenmascararlas. Las piedras de toque son: la Humildad, la Obediencia, y la Pureza; porque estas tres virtudes son enemigas de Satanás, el cual no puede imitar el limpio color de estas virtudes, ni sufrir su esplendor; de tal manera, en seguida se le conoce; porque estas tres virtudes son transparentes; y por más que en ellas se envuelva, se conoce su negrura. La Paz verdadera y divina lleva en sí estas virtudes en grado eminente, además de otras muchas, es decir, a la Obediencia, Humildad y Pureza.
Cuando el alma falta, aunque sea en cosa pequeña, a estos tres ejes que la sostienen, en seguida se turba, se inquieta; y la Paz que había tornado posesión de la misma, se retira. La Paz es la indispensable atmósfera en la que la divina Palomita respira. La Paz es la rama indispensable sobre la cual forma su Nido. La Paz en un alma es como la tierra vegetal en la cual todas las virtudes crecen y florecen. Satanás se aleja de un alma que lleva en sí este fruto divino. Yo soy el Dios de la Paz: y Satanás lleva en su ser la Inestabilidad, la Precipitación, la Veleidad, el Ruido y la Ofuscación: y emplea estas armas con toda su fuerza, contra esta tranquila, silenciosa, reposada y serena virtud de la Paz. En donde reina la Paz no reina Satanás; porque en donde reina la Paz allí está el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es la Paz misma.
El Señor a la Beata Concepción Cabrera
En nuestra Preparación durante el Adviento …
…hemos venido compartiendo cada día, desde el Primer Domingo de Adviento, un texto extraido del Tratado de las Virtudes y los Vicios escrito por la Beata Concepción Cabrera de Armida hacia 1900, meditando cada día sobre una virtud como si esta fuera una flor con la que adornar nuestro corazón, en su camino a la búsqueda de la santidad.
En nuestro recorrido hemos meditado sobre Humildad, Recogimiento, Perdón, Paciencia, Celo, Fe, Esperanza, Caridad, Dulzura, Delicadeza Espiritual, Limosna Espiritual, Constancia, Fidelidad, Simplicidad, Inocencia, Mortificación, Obediencia, Pureza de Intención y Paz.
Seguimos preparando nuestros corazones con una Novena de Navidad, meditando el misterio del Verbo Encarnado, la irrupción de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad en la historia.
¡Ave María y adelante!