La idea que tenemos de nosotros mismos (8 de 10) – P. Miguel A Fuentes, IVE

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MEDITACIONES PARA RECTIFICAR LA IDEA QUE TENEMOS DE NOSOTROS MISMOS

Enlaces a las anteriores publicaciones:

  1. Quién soy, qué soy.
  2. Lo que soy: hecho a imagen de Dios
  3. En quién y en qué me he convertido. “He pecado”.
  4. Mi realidad personal pecadora
  5. Soy un ser caído…
  6. …Pero no soy un ser abandonado
  7. Los dones que he recibido: el fondo luminoso del alma
  8. No soy un extraño para Dios

 

  1. No soy un extraño para Dios

  • Sólo Dios me conoce a fondo; más que yo mismo. Salmo 138, 1-6: Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.
  • Dios me conoce desde el principio de mi creación. Salmo 138, 13-16: Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos. Cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra, tus ojos veían mis acciones, se escribían todas en tu libro; calculados estaban mis días antes que llegase el primero.
  • Tus manos me formaron, me plasmaron (…). Recuerda que me hiciste como se amasa el barro (…). ¿No me vertiste como leche y me cuajaste como queso? De piel y de carne me vestiste y me tejiste de huesos y de nervios (Jb 10,8-11).
  • «Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo abarco», Teodoreto explica el pasaje dirigiéndose a la interioridad de su conciencia y de su experiencia personal y afirma: «Volviéndome hacia mí mismo, entrando hasta lo más íntimo de mí mismo y alejándome de los ruidos exteriores, quise sumergirme en la contemplación de mi naturaleza… Reflexionando sobre estas cosas y pensando en la armonía entre la naturaleza mortal y la inmortal, quedé asombrado ante tan gran prodigio y, dado que no logré comprender este misterio, reconozco mi derrota; más aún, mientras proclamo la victoria de la sabiduría del Creador y le canto himnos de alabanza, grito: Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo abarco» (Teodoreto de Ciro, IV Discurso sobre la Providencia divina).

Responde:

¿Me siento conocido por Jesús? ¿Tengo miedo de conocerlo más o que El me conozca más? ¿Qué sentimientos despierta en mí el saberme conocido por Dios a fondo? ¿Seguridad, paz, alegría, tristeza?

 

P. Miguel A. Fuentes, IVE

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