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El senado francés acaba de aprobar, el 28 de febrero de 2024, la inclusión del “derecho al aborto” en su Constitución. Es el primer país que da este lóbrego tranco, pasando de legislarlo (como ya está hecho, lamentablemente, en tantos países) a constitucionalizarlo. Una inmensa mayoría de personas no se enterará jamás de esta noticia, interesada, como vive, en asuntos infinitamente frívolos. Y de aquellos que se enteren, un número más que considerable nunca llegará a comprender lo que significa ni sus consecuencias (aunque no se salvará de ellas). Pero lo cierto es que nuestra civilización está surcada por un Flegetonte, río que, como en la Divina Comedia dantesca (Infierno, XI), lleva en su cauce, en vez de agua, sangre hirviendo (“riviera di sangue”). Y viene desbordando.

El sitio de estadísticas Worldometer indica que en el año 2022 hubo más de 73 millones de abortos provocados en todo el mundo, siendo la primera causa de muerte (el 52% del total de 140 millones de fallecidos). La Organización Mundial de la Salud, lo corrobora [1] y ratifica al señalar que, de 2010 a 2014, se produjeron en el mundo 25 millones de abortos “peligrosos”, que constituyen el 45% de todos los abortos; es decir, que el total para esos años se calculaba, por la misma OMS, en más de 60 millones [2]. Otras estadísticas nos indican que para el año 2000 la cifra ya había alcanzado los 45-47 millones. Por tanto, el promedio, del primer cuarto de siglo, podemos dejarlo en un poco más de 50 millones de abortos anuales. Téngase en cuenta, por otra parte, que estos guarismos solo reflejan una parte de la realidad, ya que las organizaciones que se encargan de hacer estadísticas son, generalmente, tendenciosas, no tienen todos los datos reales (o no les interesa publicarlos), y no tienen en cuenta los abortos producidos por píldoras, parches, inyecciones y dispositivos intrauterinos, catalogados por estas empresas como medios anticonceptivos, cuando también son, al menos potencial y alternativamente, abortivos, derivándose en abortos efectivos en muchísimos casos… Pero aun ciñéndonos al dato de mínima más arriba citado, la realidad es que, nuestro siglo, del que no hemos cumplido todavía el primer cuarto, ya tiene sobre su conciencia más de 1.000.000.000 de abortos. No, no me he pasado con los ceros: mil millones. Cincuenta millones por veinte (en realidad estamos empezando el vigesimocuarto año) son mil millones. Somos actualmente ocho mil millones de personas sobre este mundo, pero ya hemos asesinado a mil millones de niños en solo solo 23 años. Navegamos, como Dante y Virgilio, sobre un río de sangre, que se ha desbordado furiosamente, y solo la infinita Misericordia de Dios detiene la mano que debería, en justicia, hundirnos a todos en este flujo maligno.

Debemos rezar y hacer penitencia. Mucha penitencia. En nuestro mundo hay mucha gente inocente, buena, y hasta santa. Pero gran parte del mundo está “bajo el poder del maligno”, como dice el mismo Dios por boca de san Juan (1Jn 5,19). Recemos. Muchos están preocupados por el futuro de la “Casa Común” que corre el riesgo que quedar deforestada y árida; yo estoy preocupado porque se está convirtiendo en una Funeraria.

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Comments 1

  1. Avatar Deyanira Pérez says:

    Quienes somos para donde vamos
    Y que hacemos???????????
    Dios mio ten compasión de tu creación
    Satanás la esta desangrando
    Abrazanos. llevanos a tu dolorosa pasión
    Y sumergidos en tu amantisimo corazón
    Perdona estos sacrilegios. Tan desbordantes
    Y abrazados en la cruz contigo
    Sella el perdón con tu
    Santisima. SANGRE. ……………………..😪😪😪
    Sangre que tu derramaste en. la cruz por nuestra salvacion amén💜💜💜💜

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