Entre las cosas que se me quedaron sin contarles antes de comenzar mi misión de pedido a Estados Unidos, hay una que destaca por su importancia. Aunque hayan pasado ya casi dos meses, mantiene su vigencia. Tuvimos la gracia de que nos visitara en nuestra misión el Padre Rubén Quisver, del IVE, actualmente misionero en Filipinas.
El Padre Rubén tuvo la oportunidad de hacer un viaje con una finalidad muy especial: ir a visitar una misión en la que estuvo hace veinte años atrás. Se trata de la misión en Sudán, que fue la primera misión del IVE en África subsahariana. Estuvo en Juba, el Sur del Sudán, y con el obispo viajaron hasta cerca de la frontera con Kenya, y de allí visitó algunas localidades que por las que solían pasar cuando viajaban desde la misión en Boma, en la diócesis de Torit y Malakal. Antes de poder ingresar a Sudán, pudo regresar para peregrinar a Uganda, a la fiesta de los mártires, precisamente el día de la gran celebración, el 3 de junio. Tuvo la gracia de concelebrar con cardenales y obispos en el altar principal, en una fiesta que congrega a millones de peregrinos. Como todavía no podía obtener la visa para entrar en Sudán, pudo hacer el viaje a Rwanda, con la intención principal de visitar el Santuario de la Virgen de Kibeho, y sobre todo porque tuvimos una invitación para fundar una misión en el año 1991, dos años antes de que se desatara el genocidio de ese país. Después de esto, pasados algunos días de espera, ya pudo ingresar a Sudán, y viajar hasta Boma, cerca de Etiopía, por caminos muy malos, casi imposibles de transitar. Tuvo la gracia de visitar Boma por dos semanas, ¡y reencontrarse con conocidos luego de 20 años! El padre Rubén mismo nos contaba con inmensa alegría el haber podido ver muchos de los que eran niños en aquel tiempo de misión, convertidos ya en hombres, con familia y todo. Desde allí pudo ir a otra misión que tuvo el IVE, en el norte de Kenya, la zona del desierto Turkana, la misión de Marialoo. Finalmente, el padre Rubén se tomó uno días para visitarnos a nosotros en Tanzania.
Pude ir a esperarlo a la ciudad de Kahama, donde el padre llegaba desde la ciudad de Dar es Salaam, la capital de éste país. El padre venía en bus, un viaje de diecisiete horas, en un bus que no es tan cómodo como podríamos desear para semejante viaje. Pudimos disfrutar de muchos días con el padre por estos lados, visitando las obras de la misión, el noviciado del IVE, el hogarcito de discapacitados, las dos parroquias de Ushetu y Kangeme, las escuelas que atienden las hermanas, el dispensario, y las casas de formación de las Servidoras. En nuestras casas de formación pudo mostrarles a los jóvenes los muchos lugares donde ha sido misionero, pero principalmente contarles que fue de los primeros padres de la Congregación que misionaron en estas tierras africanas, y verdaderamente en una misión increíble, lejos de todo, en tiempos de guerra. Ha sido un gran testimonio misionero para todos nuestros jóvenes novicios y postulantes, para los hermanos, las hermanas, y las jóvenes que están en formación.
Con el padre pudimos, entre otras cosas, ir hasta el final de nuestra parroquia, recorriendo casi 40 kilómetros para llegar a las últimas capillas. Pudimos ir para celebrar una misa de matrimonio en la aldea de Salawe. Allí se casaba una pareja de jovencitos, que fue un gran ejemplo, pues si bien no tenían dinero para una fiesta grande, de todas maneras decidieron casarse. Esto es algo admirable por estos lados, pues desean siempre hacer una fiesta para invitar mucha gente, pues eso les muestra como personas que tienen capacidad económica en el pueblo. Sin mirar a eso, ellos regularizaron su situación y bautizamos en la misma ceremonia a su bebé de apenas algunos meses. La pobre niña cada vez que me miraba hacía pucheros, se largaba a llorar, se volvía hacia su mamá, y toda la gente se reía de la escena. Al terminar la santa misa nos invitaron a los dos sacerdotes, y los líderes, a comer con los novios y padrinos en la misma iglesia. Ése fue su festejo, y en verdad que nos dejan siempre sorprendidos por su sencillez. La ceremonia estaba muy bien preparada, ellos habían alquilado traje y vestido, la novia y la madrina se habían hecho peinados para esta ocasión, alquiler de trajes para novio y padrino, el coro con cantos para la ocasión… todos los preparativos fueron para recibir el sacramento. Pues en la casa de ellos no había ninguna otra fiesta.
En este tiempo de sequía se multiplican los matrimonios en la misión, gracias a Dios. Como la gente tiene el dinero de la cosecha anterior, y además al no haber trabajo en el campo, es el tiempo ideal para casarse. Además porque todos pueden participar, al no tener trabajo, y finalmente el “pro” de que si hay festejos, se puede hacer con la tranquilidad de que la lluvia no les arruine la fiesta. Por eso hemos tenido muchas celebraciones, de las cuales les contaremos, o al menos les agregaré algunas fotos en esta crónica, para que vean esto que les cuento. Hemos tenido regularizaciones de matrimonios de algunos que ya estaban viviendo juntos desde hace más de treinta años. Esto da buen ejemplo a muchos que todavía no se han casado por iglesia, para que deseen recibir este sacramento, y poder volver a vivir la vida de la gracia, y poder participar de la Eucaristía en cada misa. Realmente, un cambio de vida.
Por último, les cuento que el P. Rubén me acompañó a darle la unción a una abuelita, que nos recibió en plena conciencia. De una familia muy católica, viuda de aquél catequista Stanislaws que alguna vez les conté en una crónica antigua, hace como diez años atrás. Ella participó muy bien de los sacramentos, se confesó, recibió la unción, y la comunión. Al terminar, con todos los que allí estábamos, le cantamos a la Virgen, y la abuela acompañaba perfectamente el canto, y aplaudía. Allí nos despedimos, todos agradecidos, y con una paz muy grande. Es impresionante la paz que da una conciencia limpia y un alma preparada, de una persona de fe, que tiene muy en claro que después de esta vida, viene la Vida Eterna. A los diez días me avisaron que había fallecido.
La visita del Padre Rubén llegó a su fin, y pudimos viajar juntos a Dar es Salaam, coincidiendo su regreso a Filipinas con mi salida a la misión de pedidos. Una gracia haberlo tenido entre nosotros, contando de tantas experiencia de la misión. Muchas gracias padre Rubén por visitarnos, y “Karibu tena” (“Bienvenido otra vez”).
Y ¡Firmes en la brecha!
¡Viva la misión y viva la Congregación!
P. Diego Cano, IVE.
Comentarios 2
Gracias por su crónica padre Cano siempre espero sus relatos, me alegra que haya recibido la visita del padre Rubén,leo atentamente y me llena el alma, a veces con tristes experiencias que han tenido pero siempre es gratificante por la hermosa y maravillosa experiencia y entrega en su misión Dios los bendiga siempre 🙏🙏🙏
Dios en su infinita misericordia les siga dando esa fuerza, amor y paz que encima de sus dificultades ahí están 17 niñas consagrados enmedio de tantas tristezas, Dios siempre estará con ustedes. Amen y amén.