1º Día – San Ignacio Penitente


1º Día – San Ignacio Penitente

Para todos los días

† Por la Señal de la Santa Cruz…

Acto de Contrición

Señor Jesucristo, que de Creador has venido a hacerte hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así morir por mis pecados, te pido perdón por todas las ofensas cometidas contra tu Sacratísimo Corazón y te suplico la gracia de alcanzar un crecido e intenso dolor y lágrimas de mis muchos pecados. Amén.

Oración a San Ignacio

Glorioso San Ignacio, que nos diste ejemplo admirable de cumplimiento de la voluntad de Dios, y nos has dejado los santos Ejercicios Espirituales como una herramienta valiosísima para ordenar nuestra vida según el beneplácito divino, te pedimos que intercedas por nosotros y nos alcances la gracia de poder vencer nuestros afectos desordenados y así en todo amar y servir a su divina majestad. Amén.

Día 01 – San Ignacio Penitente

De los años en que San Ignacio vivía lejos del Señor, comenta el p. Polanco, su secretario:

“Durante todo este tiempo de lo que más lejos estaba era de la vida espiritual. Como suele la juventud cortesana y militar, fue asaz libre en el amor de las mujeres, en el juego y en las riñas por puntos de honra”[1].

Como afirma San Juan Pablo II “La conversión exige la convicción del pecado[2]es por esto que nuestro Santo al convertirse al Señor, en su convalecencia en Loyola, adquirió un gran arrepentimiento de sus pecados. Ni bien pudo definir su vocación, nos dice en su Autobiografía “comenzó a pensar más de veras en su vida pasada, y en cuánta necesidad tenía de hacer penitencia de ella” (n. 9)y poco después, continua:

“Y echando sus cuentas, qué es lo que haría después que viniese de Jerusalem para que siempre viviese en penitencia, ofrecíasele meterse en la Cartuja de Sevilla, sin decir quién era para que en menos le tuviesen y allí nunca comer sino yerbas. Mas cuando otra vez tornaba a pensar en las penitencias, que andando por el mundo deseaba hacer, resfriábasele el deseo de la Cartuja, temiendo que no pudiese ejercitar el odio que contra sí tenía concebido” (n. 12).

Es que no hay mejor manera de amarnos que odiar en nosotros lo que es realmente odiable: el pecado.

Cuando años después debió ir por motivos de salud a su Loyola natal, vivía en el hospital, predicaba y pedía limosna. Y al poner mucho empeño su hermano mayor de que fuese a residir a su casa, le respondió que “él no había venido a pedirle a él la casa de Loyola, ni a andar en palacios, sino a sembrar la palabra de Dios, y dar a entender a las gentes cuán enorme cosa era el pecado mortal[3].

Siendo ya sacerdote mayor, estando en Roma, alguien le reprendió por ocuparse -personalmente y por medio de otros- en ayudar a mujeres de mala vida a volver buen camino, respondió:

“Si yo pudiese con todos los trabajos y cuidados de mi vida, hacer que alguna de éstas quisiese pasar sola una noche sin pecar, yo los tendría todos por bien empleados, a trueque de que en aquel breve  tiempo no fuese ofendida la Majestad infinita de mi Criador y Señor[4].

Realmente, los santos se toman en serio a Dios y por tanto, entienden más profundamente cuán grave es el pecado.

 

Petición de la novena

(aquí se hace la petición que se quiere alcanzar en esta novena por intercesión de San Ignacio)

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

 

Oración final

San Ignacio, tú que nos enseñaste que la penitencia interna es dolerse de los pecados con firme propósito de no cometer aquellos ni otros algunos y la penitencia externa, o fruto de la interna, es castigo de los pecados cometidos, concédenos la gracia de que, viviendo ambas, alcancemos el perdón de nuestras faltas y encaminemos nuestras vidas por las sendas de la santidad. Amén.

Letanías a San Ignacio


Video de la vida de San Ignacio

¡Ave María y adelante!


Lecciones