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Segundo día de la Novena de Navidad. 17 de diciembre

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Meditación de San Bernardo

Jesucristo, el Hijo de Dios, nace en Belén de Judá. ¿Quién tendrá corazón tan de piedra que, al oír este grito, no se le derrita el alma? ¿Se podría anunciar mensaje más consolador? ¿Se podría confiar noticia más agradable? ¿Cuándo se ha oído algo semejante? ¿Cuándo ha sentido el mundo cosa parecida? Jesucristo, el Hijo de Dios, nace en Belén de Judá. ¡Expresión concisa sobre la Palabra abreviada, pero henchida de celeste fragancia!… ¡Oh nacimiento esclarecido en santidad, glorioso para el mundo, querido por la humanidad a causa de incomparable beneficio que le confiere, insondable incluso para los ángeles en la profundidad de su misterio sagrado! Y bajo cualquier aspecto, admirable por la grandeza exclusiva de su novedad; jamás se ha visto cosa parecida, ni antes ni después. ¡Oh alumbramiento único, sin dolor, cándido, incorruptible; que consagra el templo del seno virginal sin profanarlo!

Sermón para la Vigilia de Navidad

Reflexión teológica

El Nacimiento de Jesús se compara al rocío, a la lluvia y al germen; porque Cristo es rocío para refrigerar, “como nube de rocío en el calor de la siega” (Is 18, 4). Es lluvia para fecundar: “Descenderá como la lluvia sobre el retoño” (Sal 71, 6). “Y como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí vacía, sino que haya hecho cuanto yo quise y haya cumplido aquello a que la envié” (Is 55, 10-11). Es por último germen para fructificar: “Y suscitaré a David un Germen justo” (Jer 23, 5).

El fruto del nacimiento de Cristo es la justicia, que nace con él de tres maneras: se trata de la justicia que cumplió con la obra: “Porque así nos conviene cumplir toda justicia” (Mt 3, 15); o bien de la que enseñó con las palabras: “Yo soy el que hablo justicia, y el que combato para salvar” (Is 63, 1); o también, aquella que dio como dádiva: “El cual para nosotros ha sido hecho por Dios sabiduría, y santificación, y justificación, y redención; para que como está escrito: El que se gloria, se gloríe en el Señor” (1 Cor 1, 30-31).

 Santo Tomás de Aquino. Comentario al libro de Isaías, cap. 45

Oración de san Juan Pablo II

Señor Jesús, junto con los pastores, nos acercamos al Portal de Belén para contemplarte envuelto en pañales y acostado en el pesebre.

¡Oh Niño de Belén, te adoramos en silencio con María, tu Madre siempre virgen!
¡A ti la gloria y la alabanza por los siglos, divino Salvador del mundo! Amén.

Lecciones